La niñez en el parque de las luces
Nuestra percepción de los espacios se va transformando a lo largo de nuestra vida. Hay parques y hay parques… parques verdes, parques con juegos, plazas encementadas… parques. Recuerda conmigo las primeras veces que caminaste las plazas acementadas colgado de la mano de algún adulto. Las plazas no se ven como espacios seguros para un niño desde el punto de vista de un adulto. Sin embargo para los habitantes de las zonas más comerciales de las ciudades, de los “centros” de ciudad, son espacios ineludibles. Los vendedores ambulantes, los rebuscadores, los ciudadanos que van con sus hijos al trabajo, que los llevan consigo a todas partes, tienen que dejarlos jugar y jugarán en estos espacios.
Hay tipos de plazas, unas más “familiares” que otras; unas más “seguras” que otras. A los niños en realidad no les pasa nada de esto por la mente.
En uno de estos espacios encontré a un grupo de niños indigenas que jugaban sin supervición. Creo que es “normal” en nuestras ciudades.
Ellos se apropian de estos espacios, aun cuando el espacio publico ofrece cada día menos comodidades. Ellos siguen jugando y creciendo. Sin asco al piso, sin reparos, sin miedos.